dijous, 20 d’octubre del 2011

DIVERSIDAD DE GÉNERO, ¿VIOLENCIA DE GÉNERO?

La sociedad globalizada que hoy vivenciamos, más allá de los dinamismos propios que unen, genera fuerte contradicciones. Las oportunidades ofrecidas, en cualquier terreno del que hablemos, entre hombres y mujeres, no son las mismas.


Existe una forma de conducta de trato dirigida a lo masculino y que, aunque muchos lo niegan, es diferente y con características desvalorizantes hacia lo femenino. Introducir un criterio de diversidad de género en nuestra sociedad presupone un cambio radical en sus estructuras machistas. Cada persona, hombre y mujer, debe promover, desde su lugar, el respeto por las diferencias y la pluralidad en pos de afirmar una cultura de aceptación que reconozca las cualidades de cada uno, como diferentes y complementarios.

Que “todos los seres humanos han nacido libres e iguales en dignidad y derecho” es el gran desafío de los educadores del siglo presente. Esto requiere romper viejas miradas que implican que las mujeres, desde niñas, deben desarrollar únicamente características que les son propias, como la sensibilidad y la ternura dejando de lado otras que la sociedad considera masculinas como independencia, gusto por el riesgo, espíritu de aventura o toma de decisiones.

No se trata de que la mujer deba asumir lo masculino para poder realizarse en un mundo configurado a la medida de los hombres, sino que puedan encontrar el camino que configure el sentido de su vida. Para ello, todos debemos aportar elementos para la construcción de un modelo colectivo que contemple la diversidad para que las personas que componen una sociedad tengan igualdad de oportunidades y de entornos laborales.

“El camino hacia la igualdad de género no es una meta tecnocrática: es un proceso político. Exige un nuevo modo de pensar, en el cual los estereotipos sobre mujeres y varones dejen lugar a una nueva filosofía que reconozca a todas las personas, independientemente de su sexo, como agentes imprescindibles para el cambio” (PNUD - Informe de Desarrollo Humano, 1995).

En 1979, las Naciones Unidas aprobaron la Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer. Este documento orientó  disposiciones para alcanzar la igualdad entre los hombres y las mujeres en distintas esferas sociales. Las  áreas como salud, educación, justicia, trabajo y participación política fueron propuestas para un trabajo intensivo a fin de eliminar la discriminación basada en el género.

La aprobación de la Declaración del Milenio y de los Objetivos de Desarrollo del Milenio, en el año 2000, aborda, entre otros objetivos, el de la promoción de la igualdad de género. Recupera dos conceptos centrales para el paradigma de la diversidad: igualdad y género.

Cuando la igualdad de género es una simple utopía social, aparece, entre otras manifestaciones, la violencia. Es violencia contra la mujer "todo acto de violencia basado en la pertenencia al sexo femenino que tenga o pueda tener como resultado un daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico para la mujer, así como las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de la libertad, tanto si se produce en la vida pública como en la privada". En muchos casos, el solo hecho de ser mujer es estar condenada a la vulnerabilidad y la inseguridad.

Si bien se han producido cambios positivos en el trato hacia la mujer en los últimos tiempos, estos corren graves riesgos cuando consideramos la creciente pobreza, las mujeres cabeza de familia y la progresiva feminización del trabajo mal pagado. Todo esto forma parte de una violencia hacia la mujer ya institucionalizada socialmente coercitiva.

“¿Cuánto ha avanzado realmente la mujer en el último siglo? Según elspotrealizado por la BBC por el Día Internacional de la Mujer, "los tiempos cambiaron, pero los números permanecen iguales". En ese sentido, sostiene que "sigue siendo más probable que un hombre gane más plata que una mujer haciendo el mismo trabajo". Además, los hombres tienen más probabilidades de trabajar en el gobierno o convertirse en directores de una compañía” (DiarioLa Nación).

La igualdad de oportunidades y de trato entre hombres y mujeres debe constituir uno de los principios fundamentales que sustente una sociedad en miras hacia un futuro más fraterno y solidario.

Lo que no se hereda se aprende.  Por eso, se hace necesario promover las buenas prácticas en relación con los roles masculinos y femeninos en los ámbitos de la infancia y la  juventud, la educación, la cultura y el deporte, y así luchar contra la discriminación, los estereotipos en materia de educación, la segregación en el mercado laboral, el empleo precario, el trabajo a tiempo parcial involuntario y la distribución desequilibrada de las obligaciones familiares entre hombres y mujeres.

De esta manera, la diversidad de género dejará de ser sinónimo de violencia de género.





Joaquín Rocha 

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